Capítulo 8 | Parte 4 - La salvación ha empezado | Jesús

Durante una velada en la que comparten las esposas y siervos de Poncio Pilatos, Chuza y Antipas, el gobernador romano cuestiona a Herodías de frente sobre su responsabilidad en la golpiza que le propinaron dos guardias de su ejército.

Luego de la pregunta de Pilatos, Herodías se queda completamente callada mientras Juan toma la palabra y asegura haber ido hasta las aguas del Jordán para ver cómo progresaba el estado de salud de El Bautista, quien le contó que había sido golpeado por guardias romanos y que día antes había recibido constantes amenazas de Herodías.

En medio de la tensa conversación, Antipas pide dejar el tema hasta ahí y le pide a Poncio Pilatos la venia para poderse retirar con su gente ya que su viaje a Tiberíades está a punto de iniciar.

Helena, la hija de Poncio Pilatos, le pide a su mamá que la deje ayudar a los enfermos que se encuentran en Jerusalén, llevándoles comida o siquiera mantas con las que ellos pueda arroparse. Claudia le responde que entiende lo mucho que quiere ayudar, pero ella no es la culpable de la desgracia de esos sujetos.

Helena decepcionada no le da la razón a su madre que asegura también que Pilatos no debe reaccionar muy bien al enterarse que su hija romana está ayudando a judíos.

Por otra parte, Efraín visita la casa de María luego de enterarse de la visita que tenía la madre de Jesús. En seguida el hombre comienza a hablar y señala que en el pueblo no hay nada más que hablar sino de Jesús, a quien han denominado como el falso profeta que está haciendo milagros.

María no puede contener la furia de saber cómo este hombre habla pestes de su hijo, así que le pide a Efraín que se vaya de su casa y se lleve su mala energía para otro lugar.

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