Meghan Markle afronta nuevo señalamiento tras la renuncia de su guardaespaldas

Seis meses después de una ceremonia digna de un cuento de hadas, que reunió a la familia real británica en el castillo de Windsor y deslumbró al planeta, la mestiza estadounidense de 37 años, Meghan Markle, se ha ganado el apodo de "duquesa difícil".

Meghan, a la que al principio se le atribuyó haber llevado un soplo de aire fresco a una monarquía almidonada en tradiciones, es ahora criticada por una serie de dimisiones en el personal de la casa real.

Recientemente, se dio la renuncia de la guardaespaldas, que por seguridad no revelan su identidad y que hace parte de una masiva renuncia de empleados que debían servir a la exactriz estadounidense, aunque han resaltado que no se debe por Meghan, sino por motivos personales, muchos dudan de que esto sea verdad, debido a lo que se ha dado a conocer de la esposa del príncipe Enrique. 

Según algunos medios, estas renuncias son debidas a la dificultad de trabajar con una mujer muy exigente, que envía mensajes electrónicos a sus empleados al alba. Y aún peor, que habría hecho llorar a su cuñada Catalina, esposa del príncipe Guillermo y encarnación de las buenas maneras inglesas.

La familia real aseguró que la decisión de Meghan y Enrique de irse a vivir a Windsor, lejos de Catalina y Guillermo, que viven en el palacio londinense de Kensington, se debe únicamente a la próxima llegada de su primer bebé. Pero los especialistas reales sospechan un deterioro de las relaciones entre las dos parejas.

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La propia reina Isabel II, dicen los tabloides, se habría indignado cuando Meghan reclamó llevar su tiara de esmeraldas para contraer matrimonio con su nieto. "Una especie de pararrayos". 

Una asistente de Meghan dimitió seis meses después de la boda y Samantha Cohen, una muy respetada empleada de la familia real que ayudó a Meghan en sus primeros pasos como prometida y después esposa del príncipe, debería abandonar sus funciones cuando nazca el bebé de la pareja, tras 17 años sirviendo a la casa real.

Los admiradores de la estadounidense afirman que el revuelo se debe a la modernidad de la duquesa, chivo expiatorio de una familia real inepta para gestionar ciertos problemas.

"Meghan se ha convertido en una especie de pararrayos para todo tipo de controversias, desde los problemas de cuestión racial si se puede decir así de la familia real a la obsesión de los medios de oponer a las mujeres pretendiendo que ella y Kate se muerden la yugular", escribía la periodista de The Guardian Hadley Freeman.

También la analista real Victoria Arbiter afirmó que los rumores sobre los caprichos de Meghan están "desprovistos de todo fundamento", en la revista estadounidense Inside Edition.

Con información de AFP

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