Capítulo 38 | Shabaka gana la lucha

La lucha llega a su final. Aún siendo más mayor que el soldado Longino, Shabaka logra vencerlo y ser el ganador.

En este capítulo, los discípulos continúan discutiendo entre sí. Satanás se aprovecha de sus miedos, sus inseguridades y sus diferencias para generar divisiones entre ellos.

Andrés les dice a sus compañeros que no quiere ser como ellos, un grupo de necios que pelean todo el tiempo para ver quién tiene la razón. Él siente envidia de Santiago, Pedro y Juan al haber sido los elegidos de Jesús para acompañarlo al monte Hermón.

En medio de la pelea, Santiago es provocado por Andrés e intenta revelar los detalles que sucedieron en aquel monte en compañía del hijo de María. Afortunadamente Pedro y Juan lo impiden argumentando que el Maestro les prohibió decir una sola palabra al respecto.

En ese momento Jesús aparece en el lugar y escucha las palabras ofensivas que sus apóstoles se dicen entre sí.

Con total sabiduría les dice: “Entiendan que el que quiera ser el primero será el último, y será el siervo de todos. Quien recibe un pequeño como este en mi nombre me recibe a mí también, y cualquiera que me recibe, recibe igual a aquel que me envió”.

Los discípulos le cuentan al Maestro que regañaron a Goy por haber liberado a una mujer poseída en su nombre.

Él les responde: “No se lo prohíban porque no existe nadie que haga milagros en mi nombre y después hable mal de mí. Entiendan que quien no está con nosotros, es con nosotros. Por eso aquel que le diera un vaso de agua a ustedes, mis discípulos, de ninguna manera perderá su recompensa”.

Mientras tanto, la lucha de vigas continua en el palacio de gobierno. El soldado Longino sorprende con su gran habilidad para la batalla y logra vencer a dos contrincantes. En su tercer encuentro hiere a Shabaka, aunque este finalmente es quien obtiene el título de ganador.

Adela se encuentra a sus dos hijos Gestas y Dimas en la calle. Ella le advierte a Gestas que podría ser lapidado por haber embarazado a Judith, esposa de Caifás. No es un secreto que en esa región el adulterio es castigado severamente. La mujer le aconseja que huya de la ciudad.

Por otra parte, María recibe la visita de sus otros tres hijos, hermanos de Jesús. La mujer los invita a cenar y en medio de la charla, los jóvenes se burlan de los milagros que suele hacer el hijo de Dios, y manifiestan que él debería aprovechar que todo Israel asiste a la fiesta del tabernáculo para mostrar sus grandes obras.

María Magdalena se enoja y les deja claro que Jesús no realiza milagros para hacerse notar, sino porque ama a las personas. En ese instante Jesús y sus discípulos llegan al lugar y son recibidos por los tres jóvenes con ironía. Le recriminan al Salvador por su lejanía e indiferencia hacia ellos.

Ante tales reproches Jesús contesta: “Cualquiera que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, es mi hermano”.

Miriam toma la palabra y les responde que todos son hermanos y que nadie es más importante que el otro.

Una vez más, el hijo de María es cuestionado por sus hermanos, quienes no creen todavía en el poder que tiene.

El Mesías les replica: “Mi hora aún no llega, pero la de ustedes ya”.

“¿Eso qué quiere decir?”, preguntó uno de los tres hijos de María.

“Puede que el mundo no los odie a ustedes, pero me odia a mí porque doy testimonio acerca de sus obras que son malas. Ustedes vayan a la fiesta. No iré. Mi tiempo aún no se cumple”, añadió Jesús.

08 Nov 2020 19:44Por: canalrcn.com