Capítulo 32 - Parte 1 - Los romanos atacan a los judíos cruelmente | Jesús

Poncio Pilatos les ordena a sus soldados que dejen las armas y luchen con palos, que vistan andrajos de judíos y que se mezclen con la turba para atacarlos despiadadamente. En voz alta señala que quiere ver el patio bañado con la sangre de los judíos “revoltosos”.

Mientras tanto, Jesús es cuestionado por un grupo de hombres provenientes de Jerusalén, quienes dicen que quieren ver los milagros que hace el hijo del Mesías.

Los hombres ven a los discípulos tomar alimentos con las manos y le reprochan a Jesús: “¿por qué sus discípulos no se lavan las manos antes de comer? No siguen las enseñanzas de sus ancianos”.

A lo que Jesús replicó: “¿Y por qué ustedes desobedecen el mandamiento de Dios y siguen sus propios mandamientos? Honra a tu y a tu madre, quien no los respete ciertamente morirá”, añadió.

“Más ustedes aceptan que un hijo les diga a sus padres que le ofrecerá a Dios la ayuda que debería darle a ellos en un momento de necesidad. De ese modo desprecian las leyes del Señor para seguir sus propias enseñanzas. Hipócritas, hipócritas”, les gritó el hijo de María.

“Ya lo profetizó Isaías al decir, este pueblo se acerca a mí con su boca y me honra con sus labios más su corazón está lejos de mí, me adoran en vano enseñando doctrinas que son preceptos de hombre y no de Dios. Oigan ahora, y pongan atención, no es lo que entra en la boca lo que contamina a una persona, sino lo que sale de su boca, esto sí contamina”, concluyó Jesús.

Las palabras confundieron a los hombres quienes a la vez son tentados por el ruin Satanás y su actitud de burla.

Por otra parte, a pesar de las súplicas de sus servidores, efectivamente Poncio Pilato cumple su palabra. Desde los techos varios hombres les lanzan flechas a las personas que se reúnen en el patio y de la nada aparecen hombres armados con palos a atacar a la población.

Ocurre una masacre de enormes dimensiones que deja una gran cantidad de muertos y varios heridos.

¿Qué hará Jesús al respecto?